Los científicos han descubierto que Io, la luna volcánica de Júpiter, está emitiendo mucho más calor de lo estimado anteriormente, desafiando las teorías existentes sobre su estructura interna. Los datos de la nave espacial Juno de la NASA, aunque no carecían de detalles, habían sido mal interpretados, lo que llevó a una subestimación significativa de la emisión de fuego de Ío. Esta revelación pinta una imagen más atractiva y compleja de este fascinante cuerpo celeste.

La raíz del concepto erróneo radica en cómo los científicos analizaron los datos del Jovian InfraRed Auroral Mapper (JIRAM) de Juno. Estudios anteriores se centraron principalmente en una banda de luz infrarroja específica conocida como banda M, que captura principalmente temperaturas extremadamente altas. Este enfoque, como juzgar una hoguera únicamente por sus llamas e ignorar las brasas más frías, proporcionó una imagen incompleta de la actividad térmica de Ío.

“El problema es que esta banda es sensible sólo a las temperaturas más altas y, por lo tanto, tiende a favorecer las zonas más incandescentes de los volcanes, ignorando las más frías pero mucho más extensas”, explica Federico Tosi, investigador principal del Instituto Nacional de Astrofísica de Italia (INAF). “En la práctica, es como estimar el brillo de una hoguera observando sólo las llamas y no las brasas circundantes: se capturan los puntos más brillantes, pero no se mide toda la energía realmente emitida”.

Una revisión de los datos de Juno con una perspectiva más amplia reveló que el calor volcánico de Ío se concentra sorprendentemente en pocos lugares. Aproximadamente la mitad de la energía irradiada por la Luna proviene de sólo 17 de sus 266 fuentes volcánicas conocidas. Estos volcanes, a diferencia de lo que se había imaginado anteriormente, no tienen una temperatura uniforme; exhiben un anillo exterior brillante que rodea un núcleo sólido y más frío. Si bien estos anillos más calientes parecen más brillantes en la banda M, la gran extensión de sus cortezas más frías contribuye significativamente más a la producción de calor general.

Este hallazgo tiene importantes implicaciones para las teorías sobre el interior de Ío. Sugiere que un lago de lava global, previamente teorizado como una posible explicación para el intenso vulcanismo de Ío, puede no estar presente debajo de la superficie.

“Si se tiene en cuenta también este componente ‘oculto’, el flujo de calor real es hasta cientos de veces mayor que el calculado analizando únicamente la banda M”, afirma Tosi. “Este es un salto significativo, porque cambia la escala del balance energético del satélite [Io]”.

Si bien los sobrevuelos de Juno en 2023 y 2024 proporcionaron vistas sin precedentes de Ío, su órbita no permitirá aproximaciones tan cercanas en el futuro. Misiones futuras como Juice de la ESA y Europa Clipper de la NASA, centradas principalmente en otras lunas jovianas, carecen de la resolución necesaria para igualar las observaciones detalladas de Juno.

Sin embargo, este estudio proporciona un marco crucial para interpretar observaciones aún más distantes de Ío. También destaca la necesidad de futuras misiones dedicadas específicamente a explorar esta enigmática luna con mayor detalle. Sólo entonces los científicos podrán desentrañar completamente los misterios detrás del cuerpo volcánicamente más activo de nuestro sistema solar.