Las calles están cambiando. En todo el mundo, y particularmente en países como el Reino Unido, los vehículos más grandes, principalmente vehículos utilitarios deportivos (SUV) y modelos similares, están dominando rápidamente las carreteras. En 2023, los SUV representaron un asombroso 63% de las ventas de automóviles nuevos en el Reino Unido, un aumento espectacular con respecto a solo el 12% en 2010. A nivel mundial, la tendencia se sitúa en el 48%, sin signos inmediatos de desaceleración. Este no es sólo un cambio estético; es una amenaza creciente para la salud pública y la sostenibilidad ambiental.
La triple amenaza: seguridad vial, contaminación e inactividad física
Las consecuencias para la salud de los automóviles más grandes son triples: mayor peligro en las carreteras, mayores niveles de contaminación y reducción de la actividad física. Los vehículos más grandes y pesados suponen un mayor riesgo de colisión, especialmente para peatones y ciclistas. Una revisión reciente confirmó que los adultos atropellados por un SUV tienen un 44% más de probabilidades de morir en comparación con los atropellados por un automóvil estándar. Sólo en Estados Unidos, aproximadamente 1.700 muertes y lesiones graves podrían evitarse anualmente si los SUV fueran reemplazados por alternativas más pequeñas.
Más allá de las preocupaciones inmediatas de seguridad, la tendencia de “carspreading” (vehículos que se ensanchan aproximadamente medio centímetro cada año en Europa desde 2010) restringe aún más el espacio vial. Esto disminuye las oportunidades para andar en bicicleta y caminar de manera segura, actividades vitales para la salud pública. Menos personas en bicicleta o a pie se traduce en la pérdida de beneficios para la salud, mientras que los automóviles más grandes exacerban el problema.
Contaminación: electricidad no es igual a limpieza
La transición a los vehículos eléctricos ofrece cierto alivio a las emisiones de escape. Sin embargo, incluso los SUV eléctricos contribuyen significativamente a la contaminación por partículas provenientes del desgaste de neumáticos y frenos. Su mayor peso intensifica este problema, lo que significa que las ventajas de aire limpio de los SUV eléctricos son menos pronunciadas en comparación con los autos eléctricos más pequeños. El cambio a vehículos más grandes socava los esfuerzos para mejorar la calidad del aire en los entornos urbanos.
Soluciones políticas: desde tarifas de estacionamiento hasta impuestos sobre vehículos
Las ciudades y los gobiernos nacionales están comenzando a explorar medidas regulatorias. Las zonas de aire limpio, como la Zona de Emisiones Ultra Bajas de Londres, crean conciencia sobre las emisiones de los vehículos, pero no abordan directamente el tamaño. Sin embargo, el Ayuntamiento de Cardiff aprobó recientemente tarifas de estacionamiento residencial más altas para los propietarios de SUV, tras medidas similares en París, Alemania y Francia. Estas políticas apuntan a internalizar los costos externos de los vehículos grandes.
Los gobiernos podrían incentivar aún más los automóviles más pequeños mediante impuestos ajustados sobre los vehículos, haciendo que los modelos más grandes y peligrosos sean financieramente menos atractivos. Si bien algunas personas pueden tener necesidades legítimas de vehículos más grandes, el actual dominio del mercado de los SUV (que representan aproximadamente la mitad de las ventas de automóviles nuevos) exige una reevaluación de su impacto social.
La creciente prevalencia de vehículos de gran tamaño presenta una clara crisis ambiental y de salud pública. Para garantizar calles más seguras y un aire más limpio, los consumidores y los formuladores de políticas deben reconocer los riesgos inherentes asociados con estos vehículos y tomar medidas decisivas.
