Un nuevo estudio ha revelado un posible vínculo entre la alteración de los relojes celulares y la enfermedad de Alzheimer, abriendo vías intrigantes para el tratamiento. Nuestros cuerpos se rigen por ritmos intrincados conocidos como ritmos circadianos: estos relojes internos dictan todo, desde nuestros ciclos de sueño-vigilia hasta la sincronización de los procesos biológicos. Ahora, la investigación sugiere que estos ritmos desempeñan un papel crucial en la salud del cerebro y pueden estar implicados en el desarrollo del Alzheimer.

El estudio, dirigido por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington (WashU Medicine), se centró en los patrones de expresión de genes relacionados con el riesgo de Alzheimer dentro de células cerebrales específicas: astrocitos (que sostienen a las neuronas) y microglía (células inmunes). Al comparar los cerebros de ratones sanos con aquellos que presentaban síntomas similares a los del Alzheimer, el equipo descubrió una alteración significativa en los ritmos circadianos de estos genes. Sorprendentemente, este patrón se reflejó en muestras de tejido humano, lo que dio más peso a los hallazgos.

“Descubrimos que aproximadamente la mitad de los 82 genes asociados con el riesgo de Alzheimer están regulados por el reloj interno del cuerpo”, explica el neurólogo Erik Musiek de WashU Medicine. Este vínculo es particularmente significativo porque sugiere un mecanismo potencial por el cual las alteraciones en nuestros ritmos diarios podrían contribuir a la patología del Alzheimer.

¿Cómo afecta el tiempo la salud del cerebro?

El impacto de la alteración de los ritmos circadianos podría deberse a varios factores. Por ejemplo, el ritmo de los procesos de eliminación de desechos dentro del cerebro podría alterarse, lo que llevaría a la acumulación de placas dañinas de proteína beta amiloide, un sello distintivo de la enfermedad de Alzheimer. Además, las alteraciones del ritmo pueden afectar directamente a los astrocitos y la microglía, comprometiendo su capacidad para mantener una función neuronal saludable.

También vale la pena señalar que los pacientes de Alzheimer a menudo experimentan el ocaso, un período de mayor confusión al final de la tarde o al comienzo de la noche. Este fenómeno respalda aún más la idea de que los relojes internos de nuestro cerebro están intrincadamente entrelazados con su funcionamiento general y su susceptibilidad a las enfermedades.

Una nueva frontera en el tratamiento

Esta investigación innovadora abre posibilidades interesantes para futuros tratamientos contra el Alzheimer. Si podemos entender cómo manipular estos relojes celulares (tal vez fortaleciendo sus señales o restableciéndolas temporalmente), sería posible prevenir la acumulación de proteínas tóxicas y mitigar el daño neuronal.

“Esperamos aprender cómo optimizar el sistema circadiano para prevenir la acumulación de amiloide y otros aspectos de la enfermedad de Alzheimer”, concluye Musiek. Si bien aún se desconoce mucho, este estudio ofrece una visión convincente de una nueva era en la que comprender los mecanismos internos de cronometraje de nuestro cuerpo podría ser la clave para prevenir y tratar enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.